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Bebés sin cables: así son los nuevos sensores que podrían cambiar la neonatología

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Aunque todos los son, el sentido del tacto es fundamental a la hora de desarrollarnos como seres sociales y afectivos. Sobre todo en las etapas más tempranas de nuestra vida. Tal es así que, como ya os mostramos en proyectos como “Contigo en casa”, del Vall d´Hebron, muchos son los hospitales que están apostando por ampliar el máximo posible el contacto físico entre padres y recién nacidos que necesitan de atención tras un parto prematuro.

Sin embargo, este contacto se vuelve especialmente complicado debido a elementos como los sensores que monitorizan las constantes vitales del bebé. Debido a la amalgama de cables que los conectan, así como a la necesidad de mantenerlos conectados para no interrumpir la monitorización, el actual sistema supone un impedimento para la mejora del contacto físico. Ahora esta problemática puede cambiar gracias a un avance llevado a cabo en la Universidad de Northwestern (EE.UU.).

En un estudio publicado la semana pasada en la revista “Science”, un equipo del citado centro ha presentado un nuevo sistema de monitorización basado en sensores inalámbricos que sustituirían el entramado de cables y sensores que conocemos hasta ahora.

Con un análisis inicial aplicado de forma exitosa en más de 70 bebés, el nuevo sistema aporta dos ventajas fundamentales: por un lado un mayor y mejor análisis de las constantes del bebé y, por otro, favorecer el contacto piel con piel con los padres.

 

En la cuestión de los datos obtenidos, los nuevos sensores, afirman los investigadores, permiten ir más allá, pudiendo capturar información sobre ritmos cardiacos, respiratorios y temperatura corporal mucho más precisa gracias a la colocación de los medidores a lo largo de la espalda o el pecho del bebé y alrededor del pie. “Las diferencias de temperatura entre el pie y el pecho tienen una gran importancia clínica a la hora de determinar valores de flujo sanguíneo y función cardiaca. Estos datos no son muy comunes de obtener a día de hoy en un prematuro.”, indica John A. Rogers, experto en bioelectrónica y co-autor principal del estudio.

Además, este nuevo dispositivo resulta mucho menos dañino para la piel del bebé que los actuales electrodos, siendo más suave y flexible. Y, por supuesto, supone una gran ventaja no sólo a la hora de favorecer el contacto piel con piel con los padres, sino también de cara a registrar datos sobre el efecto que esta experiencia tiene sobre el bebé, algo que puede resultar vital de cara a continuar investigando de forma más minuciosa este aspecto en hospitales y centros médicos.

Según Amy Paller y Shuai Xu, dermatólogos y co-autores junto a Rogers del estudio, los nuevos sensores podrían estar disponibles a nivel general en un plazo de dos o tres años. Aún no sabemos cuándo podrían llegar a nuestro país, pero de confirmarse definitivamente los beneficios del nuevo sistema, nos encontraríamos ante un gran avance en materia de cuidados intensivos en neonatos.