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El origen de los sofocos de la menopausia al descubierto

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Uno de los síntomas que, llegada la mediana edad, indican que ha llegado el momento de la menopausia es tan conocido como incómodo: los sofocos. Con la interrupción definitiva de la menstruación se produce una disminución de la producción de hormonas femeninas, principalmente estrógenos. Dicha reducción se ha asociado hasta la fecha a la irrupción de los citados sofocos, así como de otros síntomas como la migraña. Sin embargo, hasta ahora se desconocía el interruptor cerebral que activaba estos procesos, una incógnita que pueden haber resuelto investigadores de la Universidad de Washington en Seattle (EE.UU.).

Según un estudio elaborado por los investigadores y publicado en la revista “Cell Reports”, las neuronas conocidas como “Kiss1” parecen ser las responsables del vínculo entre las variaciones de las hormonas sexuales y los sofocos propios de la menopausia. La activación de estas neuronas, ubicadas en el hipotálamo y relacionadas con el control de la temperatura corporal, ha desencadenado múltiples sofocos en modelos animales. Concretamente en ratones, donde también se encuentran presentes las Kiss1, realizando funciones muy similares.


 

El estudio tuvo como objeto activar estas neuronas en los animales, lo que arrojó como resultado una rápida elevación de la temperatura de la piel seguida de un brusco descenso de la temperatura corporal. Gracias a este descubrimiento, uno de los caminos que se abren de cara al tratamiento de los síntomas de la menopausia es el de cambiar el foco de atención, pasando de una diana hormonal a una neurológica.

Y este avance sería, sin duda, verdaderamente relevante, especialmente teniendo en cuenta cómo los resultados de la terapia hormonal sustitutiva (THS), el principal medio de abordar los síntomas de la menopausia hasta la fecha, sigue siendo objeto de debate entre la comunidad médica.

«Los estados hormonales que dan lugar a la aparición de sofocos, caso de los que tienen lugar en la menopausia y en el tratamiento del cáncer de próstata, son realmente muy complejos. Y en este contexto, nuestro trabajo, en el que hemos sido de generar de forma fiable una respuesta fisiológica tan robusta mediante la manipulación de un grupo de neuronas sensibles a las hormonas sexuales en una región específica del cerebro, valida los resultados de una década de investigación llevada a cabo por grupos de científicos dedicados a analizar este fenómeno», ha señalado Stephanie Padilla, co-autora de la investigación.