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El útero artificial que cambiará la vida de los bebés prematuros

Innovación tecnológica

El nacimiento de niños prematuros es algo habitual en nuestra sociedad, con uno de cada diez bebes viniendo al mundo antes de las cuarenta semanas.

Hasta ahora el tratamiento utilizado en este tipo de casos consistía en introducir a los recién nacidos en incubadoras. Sin embargo, en muchos casos los bebés nacen muy prematuros, es decir, de veintidós a veinticuatro semanas y este método no es suficiente.

De cara a resolver esta problemática, investigadores del Hospital de Philadelphia han desarrollado un útero artificial, con el que en estudios previos han sido capaces de mantener con vida a una cría de cordero hasta cuatro semanas, según ha publicado la revista “Nature Communications.” Transcurrido ese periodo, las crías pudieron mantenerse con vida sin sustento artificial alguno, encontrándose en perfecto estado de salud.

El útero se basa en los parámetros y condiciones de uno biológico, construido mediante materiales artificiales. No obstante Alan Flake, autor del estudio, afirma que recrear uno exactamente idéntico es, de momento, “realmente imposible.”

La replica consiste en una bolsa de plástico sellada (llamada Biobag), que protege al individuo de infecciones y agentes externos. Esta bolsa contiene una mezcla de agua y sales con la que se intenta imitar los recursos biológicos del útero. Para realizar la función de la placenta se emplearon varios tubos conectados al cordón umbilical, buscando evitar la introducción de tubos directamente en el cuerpo para forzar la entrada de nutrientes. Dichos tubos están conectados a un sistema que envía nutrientes y oxigeno cada vez que late el corazón del animal.


 

Actualmente el siguiente paso consiste en probarlo con humanos, una nueva fase para la que los investigadores necesitan seguir experimentando de cara a obtener todas las condiciones de seguridad necesarias, así como una mejora del fluido en el que los bebés flotarán dentro de estos dispositivos.

Tal como ha afirmado Alan Flake, nos encontramos ante un paso de gigante a la hora de “prevenir las graves secuelas que padecen los niños extemadamente prematuros.”