Logo_Zinkinn

Blog

Las zonas verdes de las ciudades podrían ayudarte a reducir esos hábitos no tan recomendables para tu cuerpo

Ciencia, cultura y sociedad
imagenprincipalpostzonasverdes002

Es una recomendación tan vieja como las propias ciudades industrializadas: “acuda al campo a respirar aire puro, le sentará bien.” Tan redundante se ha vuelto que casi parece una expresión popular, uno de esos consejos sustentados más por la tradición que por alguna evidencia notoria y palpable. Pero lo cierto es que, aunque no estemos ni mucho menos hablando de un remedio milagroso y universal, no cabe duda de que alejarse del ambiente cada vez más contaminado y enrarecido de los entornos urbanos tiene muchos y muy recomendables beneficios para nuestro organismo, empezando por nuestros pulmones. Y si pudiese ser de forma permanente, viviendo en un entorno natural lo más descontaminado posible, parece evidente que nuestra calidad de vida lo agradecería y mucho.

Sin embargo, por múltiples razones, no todos podemos trasladar nuestra vida a un entorno rodeado de naturaleza. Incluso dentro de las propias ciudades existen grandes diferencias entre barrios donde proliferan las zonas verdes frente a distritos donde el hormigón y el asfalto pintan cada rincón. Esta desigualdad es posible que comience a formar parte no sólo de los departamentos de Parques y Jardines de los ayuntamientos, sino también de los de salud. Especialmente cuando cada vez vamos conociendo más y más estudios como el publicado recientemente en la revista Health & Place por Leanne Martin, doctoranda en psicología de la Universidad de Plymouth (Reíno Unido).

En dicha investigación se han analizado los posibles efectos beneficiosos de los espacios verdes de las ciudades a la hora de reducir la frecuencia y la intensidad de los antojos vinculados a hábitos nocivos tales como el consumo de snacks, tabaco o alcohol.

“Este es el primer estudio en explorar esta idea y podría tener en el futuro un amplio abanico de implicaciones tanto en materia de programas de salud pública como de protección del medio ambiente.”, ha afirmado Martin.

El análisis se ha basado en un método estadístico mediante encuesta a 149 participantes de edades comprendidas entre los 21 y los 65 años, a los cuales se les realizaron preguntas sobre su exposición a entornos naturales. Concretamente, si acudían a alguno y con qué regularidad. Además, también se realizaron cuestiones sobre la frecuencia y la intensidad de sus hábitos nocivos, así como a la forma en que consideraban en que afectaba a su bienestar emocional. Del mismo modo, también se procedió a analizar la cantidad de espacio verde presente en el vecindario de cada participante, en qué medida era visible desde sus hogares y si disponían de zonas verdes privadas o comunitarias.

Tras analizar los resultados, el equipo de Martin halló que aquellos sujetos con acceso a un jardín, independientemente de si era privado o comunitario, estaban vinculados con antojos de hábitos nocivos mucho menos frecuentes e intensos. Sin embargo, lo realmente interesante llegó cuando observaron un resultado similar en personas con hogares cuyas vistas se componían en más de un 25% de zonas verdes. Para acotar al máximo la posible influencia de variables, los investigadores tuvieron en cuenta los beneficios independientemente de los niveles de actividad física de cada participante.

A pesar de todo, los autores del estudio recuerdan que nos encontramos en una fase muy temprana del análisis de esta correlación entre naturaleza en entornos urbanos y mejora de los hábitos de vida, pues deben realizarse nuevas investigaciones que descarten la relación causal.