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Tu pareja, ¿un nuevo e inesperado “analgésico”?

Ciencia, cultura y sociedad
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La humanización ha supuesto una de las grandes revoluciones de los últimos tiempos en hospitales y centros médicos de todo el mundo. En nuestro país tampoco nos hemos quedado atrás, como demuestran los más de 40 proyectos de humanización (y subiendo) presentados en Zinkinn. Sin duda, este auge se debe en buena parte a los demostrados efectos positivos que las medidas de humanización tienen tanto en los pacientes como en sus familiares, desde modificar los espacios para dotarlos de un aspecto mucho más amable y cercano o implicar aún más a los allegados de la persona ingresada.

Precisamente, los efectos beneficiosos de la presencia de nuestros seres queridos han sido el objeto de un interesante estudio presentado en la Scandinavian Journal of Pain. Elaborado por la University of Health Sciences, Medical Informatics and Technology de Hall (Austria) y la Universidad de las Islas Baleares de Palma de Mallorca, la investigación tenía como objetivo descubrir si los pacientes acompañados por sus parejas mostraban mayor resilencia ante el dolor que aquellos que se encontraban a solas.

El estudio parte de investigaciones previas, la más reciente el pasado año, donde se evidenciaba cómo el contacto físico con nuestra pareja puede ayudarnos a ampliar nuestro umbral de resistencia al dolor. Y si, los resultados de este nuevo estudio demuestran que la mera presencia de la pareja en la habitación del paciente puede mejorar la tolerancia al dolor, incluso sin que se produzca contacto físico o verbal alguno.

 

Analizados mediante un cuestionario previo para calibrar su grado de empatía, las 48 parejas del estudio, con una edad promedio de 25,40 años y una relación cuya duración oscilaba de media los 3.22 años, se sometieron a una misma prueba planteada en dos entornos diferentes. El elemento común del test: el estímulo doloroso a un miembro de la pareja mediante un algómetro, herramienta específicamente diseñada para ejercer presión sobre tejidos. Los entornos: uno donde la pareja se encontraba presente en la sala e interactuando con el/la sujeto de prueba y otro donde, aún con la pareja presente, se exigió una actitud completamente pasiva, sin contacto físico ni verbal alguno.

El equipo de investigadores descubrió no sólo que tanto los hombres y mujeres acompañados de sus parejas (y con posibilidad de interactuar con ellas) se mostraban más resilentes al dolor sino que, además, cuanto mayor era el nivel de empatía de la pareja, mayor era la tolerancia al dolor.

Sin embargo, los autores del estudio se muestran muy cautos con estos primeros resultados, avanzando que serán necesarias nuevas investigaciones que consoliden lo observado ya que, como señalan, existen limitaciones a la hora de valorar las conclusiones, como el hecho de distinguir aquellos casos en los que la presencia de la pareja podría haber aumentado la resilencia debido simplemente a la distracción causada por su presencia.

No obstante, la investigación no deja de suponer una evidencia más a la constatada necesidad y utilidad de la humanización en una salud moderna y de futuro.