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Deportes de contacto y daño neurocognitivo: un nuevo estudio analiza las secuelas

Ciencia, cultura y sociedad
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Todos sabemos que locuacidad no es precisamente el mayor talento de muchas de las estrellas del deporte. Sin embargo, existen disciplinas cuya práctica se ha vinculado tradicionalmente con el escaso don retórico de quienes la practican. Una de ellas es el boxeo. Otra, mucho menos extendida en nuestro país, el fútbol americano. En ambas siempre ha existido la convicción de que los golpes y contusiones recibidos por los participantes (concretamente en la cabeza) son la base de los numerosos problemas neurocognitivos que desarrollan conforme avanzan en su carrera. Esta afirmación, a pesar de que de momento no ha encontrado una teoría alternativa capaz de refutarla, se ha visto matizada gracias a un estudio publicado recientemente por el Complex Concussion Clinic del Nationwide Children´s Hospital de Colombus, Ohio (EE.UU.).

Conducida por Sean Rose, neurólogo especializado en pediatría deportiva y co-director del Complex Concussion Clinic, la investigación pone el foco en una preocupación muy extendida entre los padres de los niños que practican deportes de fuerte contacto físico: ¿pueden llegar a afectarles al desarrollo cognitivo los golpes recibidos, del mismo modo que parece tener secuelas en los deportistas de élite?

Tras dos años de estudio, la revista Journal of Neurotrauma ha recogido las conclusiones de la investigación, la cual se ha llevado a cabo poniendo en práctica tests neuropsicológicos, evaluaciones de pruebas, monitorización de los sistemas vestibular y ocular, pruebas de equilibrio, evaluación de posibles síntomas de TDAH y ajustes del comportamiento auto informados, entre otras mediciones.

A través de una serie de sensores instalados en los cascos deportivos utilizados por los más de 150 sujetos de estudio, niños y adolescentes de edades comprendidas entre los 9 y los 18 años, se registraron los impactos sub-concusivos recibidos en la cabeza durante los entrenamientos y los partidos a lo largo de dos temporadas completas. De las 23 pruebas en total que se realizaron a los 166 participantes del estudio, tan sólo la relacionada con la rapidez en el procesamiento de datos arrojó una posible correlación entre los golpes y una disminución de la capacidad para ejecutar la tarea. Los resultados de las 22 pruebas restantes fueron sorprendentes ya que mostraron que los jugadores no evidenciaron cambio alguno en sus facultades neurocognitivas o, incluso, llegaron a mejorarlas. Tampoco se encontró una correlación entre el número total de impactos o la intensidad de los mismos.

“A pesar de los resultados, queremos seguir centrando nuestra atención en torno a los impactos en la cabeza recibidos de forma continua en deportistas jóvenes, siendo necesario un seguimiento a largo plazo para analizar si realmente existen efectos retardados en el aspecto neurocognitivo.”, ha afirmado el doctor Rose.