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De sobra es conocido cómo la comunicación entre los padres y los hijos en los primeros años de la infancia es fundamental a la hora de desarrollar sus aptitudes y habilidades. Cada estímulo y palabra que reciban en casa se verá reflejada en su educación y en la base que pueden llevar a clase. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la comunicación que aportan los padres a esas edades es prácticamente inexistente o directamente nociva? Teníamos una idea bastante sólida al respecto y ahora, investigadores en psicología de la Universidad de Miami, han confirmado algunas de las principales teorías y estudios, además de aportar un aspecto completamente novedoso al análisis de estas situaciones.

Lynn Perry, profesor asistente del departamento de psicología la universidad, ha realizado junto a su equipo un estudio del lenguaje y el desarrollo cognitivo (publicado en la revista “PLOS One”) centrado en niños de entre 0 y 3 años cuya situación en el ambiente doméstico era muy desfavorable. Para ello, emplearon un dispositivo denominado LENA (Language ENvironment Analysis), con el que se registraron cientos de horas de conversación entre los niños y entre niños y profesores del Linda Ray Intervention Center. “Los audios registrados por LENA han ampliado las posibilidades que nos ofrecían los datos previamente obtenidos por otras vías, lo que nos ha permitido trabajar en el examen de las experiencias del lenguaje, comunicando a los profesores nuestras conclusiones de cara a que puedan construir nuevas estrategias orientadas a niños de preescolar con problemas de desarrollo.”, indica Lynne Katz, director del centro.

¿Y cuáles han sido estas conclusiones? Que, efectivamente, tal como ocurre en edades más avanzadas, la comunicación con los padres es importante de cara al desarrollo académico del niño pero, de igual manera, la relación con los compañeros de clase es igual de influyente. Según el estudio, aquellos niños que se relacionaron más activamente con sus compañeros aprendieron un número mayor de palabras, así como mejoraron la vocalización a lo largo del año que duró el análisis. Además, también encontraron una asociación positiva entre las conversaciones con los profesores y los niños, aunque únicamente cuando se trataba de intercambios donde ambos participaban activamente y no donde el niño carecía de posibilidad de réplica.

“Uno de los aspectos que más me han sorprendido del estudio es cómo de importante han demostrado ser esos intercambios verbales con los profesores a esa edad tan temprana, arrojando resultados muy positivos en todos los sentidos.”, asegura Perry.

Sin duda, aunque los beneficios de una mayor interacción social entre iguales y entre profesores fuesen algo que podríamos suponer sin el mayor problema, gracias a este estudio vuelve a ponerse el foco en la suma importancia de las relaciones sociales más allá del hogar. Y, quizás más importante, cómo estas pueden paliar los efectos de entornos domésticos perjudiciales.