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La bacteria que puede ayudar a cambiar el carácter dañino de los alimentos procesados

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No es la primera vez que lo habrás oído y es que, más que una expresión, referirnos al intestino delgado como “el segundo cerebro” cada vez resulta menos descabellado. Y, al igual que el cerebro, aquello con lo que lo alimentemos determinará en gran medida su rendimiento y la salud general de nuestro cuerpo, como estudio tras estudio parece que está demostrando la comunidad científica.

En los últimos años, especialmente tras numerosos informes de la Organización Mundial de la Salud, el foco se ha puesto en el potencial daño que pueden ejercer sobre nuestro organismo los alimentos procesos y, sobre todo, los ultraprocesados, vinculándolos a patologías como la obesidad, el incremento de la resistencia a la insulina, mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares o incluso diversos tipos de cáncer. Aunque aún queda mucho por definir y precisar en torno a sus efectos, no cabe duda de que existe una conclusión: no son beneficiosos para nuestro organismo.

Pero, ¿sería posible crear alimentos de este tipo que no fuesen nocivos para la salud? Según el último hallazgo de investigadores de la Washington University School of Medicine de St. Louis, esa puerta ha quedado abierta.

En un trabajo presentado en la revista Cell Host & Microbe, el doctor Jeffrey I. Gordon y la doctora Ahsley R. Wolf, ambos investigadores de la citada universidad, exponen cómo una bacteria intestinal conocida como Collinsella intestinalis posee la capacidad de descomponer una sustancia química de carácter nocivo presente en los alimentos procesados, haciéndolos inofensivos.


Jeffrey I. Gordon (fuente: BBVA Foundation)

Este químico no es otro que la fructoselina, presente sobre todo en productos como la pasta, el chocolate o los cereales. Tal y como explican los investigadores, altas cantidades de esta sustancia han sido relacionadas con la aparición de enfermedades en la vejez como la diabetes o la ateroesclerosis.

De cara a medir cómo interactúan la bacteria y la fructoselina, los investigadores emplearon un modelo de ratón donde los animales fueron criados en un entorno completamente esterilizado, se les suministraron cepas de bacteria intestinal y, a continuación, se les alimentó con alimentos procesados. Como resultado obtuvieron que los ratones con Collinsella intestinalisen su flora intestinal pudieron descomponer la fuctoselina en metabolitos inocuos, aumentando al mismo tiempo los niveles existentes de la bacteria.

Las aplicaciones de este descubrimiento, como detallan los investigadores en el estudio, son evidentes: la posibilidad de producir alimentos cuyos componentes puedan ser más nutritivos, mejor metabolizados por el intestino. Además, la identificación de bacterias capaces de enfrentar sustancias nocivas para el organismo también es un pilar fundamental a la hora de prevenir numerosas enfermedades, especialmente autoinmunes.