Diabetes y Enfermedad del Hígado Graso No Alcohólico (EHGNA). Os suenan, ¿verdad? Os hemos hablado de ellas en dos proyectos que podéis encontrar en nuestra plataformas, pertenecientes al INIBICA y al FISEVI y que buscan nuevas formas de abordar estas dos patologías. Formas a las que ahora se suman el inesperado descubrimiento realizado por investigadores de la Universidad de Georgetown (EE.UU), quienes han hallado una proteína con una alta capacidad de regular el metabolismo. Y decimos inesperado porque su descubrimiento se realizó mientras investigaban su papel en relación con el cáncer.
Publicado en la revista “Scientific Reports”, el estudio presenta cómo la conocida como proteína FGFBP3 (BP3) consiguió reducir la masa grasa en ratones cuya predisposición genética les inducía a contar con hábitos alimenticios orientados a una ingesta superior a la media de sus congéneres.
“Descubrimos que ocho dosis de Bp3 durante 18 días fueron suficientes para reducir en más de un tercio la grasa de los ratones obesos”, indica Anton Wellstein, investigador principal del estudio. Por su parte, este tratamiento también ayudó a paliar una serie de trastornos relacionados con la obesidad en ratones, tales como la hiperglucemia, eliminando la grasa en sus hígados antes grasos.
“(…) BP3 ejerce una contribución sorprendente al control metabólico”, afirma Wellstein. “Cuando tiene más chaperonas BP3 disponibles, el efecto de FGF19 y FGF21 aumenta a través del aumento de su señalización. Eso hace que BP3 sea un fuerte impulsor del metabolismo de los carbohidratos y los lípidos. (…) Con el metabolismo acelerado, el azúcar en la sangre y la grasa procesada en el hígado se utilizan para obtener energía y no se almacenan. Y los depósitos de grasa también se aprovechan.”
¿A qué se refiere Wellstein con FGF y “chaperonas”? A que la BP3 pertenece a la familia de las proteínas de unión al factor de crecimiento de fibroblastos (FGF), los cuales forman parte activa de una multitud de procesos no sólo en nuestro organismo, sino en los de prácticamente la mayoría de seres vivos. La BP3 (así como sus hermanas 1 y 2), tienen la capacidad de unirse a las FGF 19, 21 y 23, involucradas en el control del metabolismo. Justo aquí se encuentra la clave del descubrimiento y cómo la comunidad médica podrá emplearlo en un futuro para nuevas formas de tratar enfermedades como, en efecto, la diabetes o el hígado graso.
Como siempre ocurre en estos casos, los investigadores de Georgetown son cautelosos, aunque no pueden dejar de mostrarse esperanzados ante las posibilidades que abre la nueva aliada contra las patologías metabólicas.