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Harvard tiene la clave de la felicidad (y puede que ya la conozcas)

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Es probablemente el objetivo más básico y universal y que más preguntas y decisiones ha provocado a lo largo de la historia de la humanidad: la Felicidad. No es de extrañar que la Asamblea General de las Naciones Unidas decidiera dedicarle todo un día a partir del 2013. Como tampoco es de extrañar que ese día sea justo el 20 de marzo, un día antes del comienzo de la primavera, prometiendo días más largos, menos frío y algo más de optimismo sólo con ver el sol. Porque si existe un Blue Monday, la Felicidad bien merece su propia jornada.

Por supuesto, un asunto tan trascendental, recogido en constituciones, declaraciones y textos sagrados a lo largo y ancho del mundo, también se ha ganado su buena ración de estudios científicos que tratan de encontrar el origen y los resortes con que alcanzarla.

El más reciente y reconocido es el estudio de la Universidad de Harvard que, desde hace ya 77 años, monitoriza el estado físico, mental y emocional de más de 700 individuos del propio campus y la ciudad de Boston. A lo largo de estas décadas los sujetos de investigación han ido evolucionando a la par que los encargados del estudio, aumentando la lista de individuos con hijos, nietos y hasta bisnietos.

¿Y cuál es la conclusión de tan amplio y exhaustivo estudio? Según el actual encargado del mismo, el psiquiatra Robert Waldinger, todo se resume en que “lo importante para mantenernos felices y saludables a lo largo de la vida es la calidad de nuestras relaciones.”
 


 

Una conclusión que llega respaldada también por el intenso análisis medico de los sujetos investigados, quienes ofrecieron todo tipo de material capaz de aportar un aspecto más netamente científico al estudio: desde registros médicos a exámenes de sangre, de ADN e incluso escáneres cerebrales para analizar los orígenes más recónditos del bienestar personal.

Sin embargo, el estudio también ha tenido un efecto sobre el propio investigador. Tras varios años al frente de mismo, el propio Waldinger explica cómo lo ha aplicado a su vida.

“Me di cuenta que mis relaciones me dan energía cuando invierto en ellas, cuando les dedico tiempo. Se vuelven más vivas y no agotadoras (…)”Por ejemplo, no se trata de pasar más tiempo en el trabajo, sino de poner más atención en el otro, de conectar más con los otros, en lugar de dar por descontado que el otro siempre está allí”.

Consejos que seguramente habrás oído antes y que, quizá, ya estuvieras poniendo en práctica. Lo bueno es que ahora, cuando te lo pongan en entredicho, podrás decir que cuentas con el respaldo de la ciencia. ¡Y de Harvard!