A todos nos duele que nos rechacen: el amor de nuestra vida, en ese trabajo que estabas esperando, aquella beca a la que te presentaste en la universidad… Y, por supuesto, el mundo de la medicina también tiene los suyos, que estudia e investiga sin descanso para conseguir que dejen de producirse. Hablamos, por supuesto, de los trasplantes, un proceso que ha salvado miles de vidas pero que, hasta ahora, supone que las personas que lo reciben deban tomar medicamentos inmunosupresores el resto de sus vidas.
Estos medicamentos evitan que el organismo receptor reaccione contra los tejidos externos que ha detectado en el cuerpo, un mecanismo de defensa que se vuelve mortal en este tipo de casos. Sin embargo, someterse a estos medicamentos también conlleva sus riesgos, por lo que el descubrimiento que acaban de realizar investigadores del Instituto de Salud Carlos III puede dar pie a una auténtica revolución en el mundo del trasplante.
A través de una nanoterapia, el equipo de Jordi Cano Ochando, especialista del Centro Nacional de Microbiología del instituto y encargado principal del estudio, ha logrado inhibir los mecanismos responsables del inicio del rechazo del trasplante, una acción de la que se encargan las células mieloides, quienes activan la respuesta inmunitaria ante agentes externos.
Tras probar la efectividad del tratamiento en ratones con un modelo de trasplante de corazón, Cano Ochando observó cómo “una sola dosis de nanopartículas es tan potente como 30 pastillas.” Los animales recibieron tres dosis de nanopartículas inyectadas una semana después del trasplante y, transcurridos 100 días, el 75% lo aceptaban totalmente sin mostrar efectos secundarios.
Ahora queda por conocer si el efecto de las nanopartículas es indefinido, así como si a medio o largo plazo la acción sobre el “mecanismo de alarma” de las células mieloides puede provocar algún efecto indeseado en el sistema inmunitario.
Además, el investigador asegura que, de continuar con los resultados positivos, este tipo de terapia podría extenderse a ámbitos que van más allá de los trasplantes, pudiendo emplearse en casos de enfermedades autoinmunes o inflamatorias crónicas donde el sistema inmunitario se encuentra sobreactivado.
De nuevo, al igual que en los últimos descubrimientos contra el cáncer, el sistema inmunitario vuelve a presentarse como el campo de cultivo donde se están sembrando algunos de los frutos más interesantes que nos va a deparar la medicina del futuro.