Las enfermedades cardiovasculares suponen la primera causa de muerte en todo el mundo. Prácticamente no falta un mes donde recordemos en uno o más días alguna patología cardiovascular, algunas con tanta presencia en nuestro día a día como el ictus. Por ello, no es de extrañar que la cardiología sea uno de los campos a los que se destinan más esfuerzos de cara a lograr avances destacados tanto a la hora de prevenir como, sobre todo, de reparar, este último un aspecto mucho más complejo de lo que podría parecer tras décadas de sorprendentes innovaciones.
Los daños causados por accidentes cardiovasculares como pueden ser los infartos de miocardio son, a día de hoy, irreversibles. Los pacientes que han superado un evento de estas características ven cómo sus capacidades físicas se ven mermadas, afectando al normal desarrollo de sus tareas diarias. Y, aunque existen programas de rehabilitación cada vez más y mejor desarrollados, la comunidad científica no había dado con una terapia capaz de curar las zonas dañadas del corazón tras un infarto. Un obstáculo que, quizá, puede que hayamos superado por fin gracias al último dispositivo diseñado por investigadores del Imperial College de Londres.
Tal como afirma Metin Avkiran, director médico asociado de la British Heart Foundation, organización que ha financiado el proyecto, “si pudiésemos “parchear” el corazón y ayudar a que se recupere, cambiaríamos por completo la percepción que los pacientes de accidentes cardiovasculares tendrían de su condición.” Eso es, precisamente, lo que los investigadores del Imperial College han hecho: diseñar un parche cardiaco capaz de liberar células madre con propiedades regenerativas para el músculo afectado tras un infarto.
Los parches, cuyo tamaño no supera el de un pulgar, contienen más de 50 millones de células madre programadas para trabajar específicamente en el músculo cardiaco. Su función no se limita a la liberación de células madre, sino que, además, trabajan físicamente, ayudando a bombear la sangre mediante un movimiento idéntico al del latido humano.
Aunque todavía no se han probado en seres humanos, los resultados obtenidos aplicando el parche en conejos han sido lo suficientemente positivos como para alentar a los investigadores a continuar el estudio en personas: transcurridas cuatro semanas tras el infarto, los parches mejoraron ampliamente la función cardiaca de los animales, descubriendo cómo los ventrículos izquierdos se recuperaron sin detectar arritmia alguna. Este detalle resulta de suma importancia, ya que, como afirma Avkiran, otros métodos de administración de células madre han demostrado aumentar un incremento del riesgo de arritmia.
Así, los parches se han revelado como otro gran paso más en materia de medicina regenerativa, uno del que, seguro, volveremos a oír hablar.