Sin duda, el desconocimiento sobre cuándo se producirá la próxima crisis es uno de los factores de mayor angustia no sólo por pacientes de epilepsia, sino también por sus familiares, especialmente cuando se trata de grupos vulnerables como niños o personas mayores. Por eso, es cada vez más frecuente encontrar proyectos de investigación tan interesantes como DCA-Epilepsia, desarrollado por la Universidad de Alicante. A través de un dispositivo móvil vinculado a una pulsera, los padres de niños con daño cerebral adquirido (DCA) pueden controlar su ritmo cardíaco, la temperatura corporal y el nivel de oxígeno en sangre, un sistema que, si bien se ha desarrollado a nivel general para pacientes de epilepsia, es la primera vez que se enfoca a este grupo en particular.
En el caso de Epycare tenemos que hablar de algo más que innovación: esta app fue el resultado de tres amigos, Alejandro Hernández, Javier Sanz y Pablo Sanz, que se conocieron durante el primer Hackathon de Salud celebrado en España. Estos tres desarrolladores, que nunca antes se habían aventurado en el mundo de las apps sanitarias, decidieron unir fuerzas para presentarse al Premio UCB en autocuidado en epilepsia. El resultado: Epycare, una de las aplicaciones más completas para cualquier paciente de epilepsia. Con ella no sólo se recogen datos fundamentales (constantes vitales, registros médicos) y se establece un sistema de alerta ante posibles crisis, sino que se mantiene informado al usuario en todo momento sobre su medicación, haciendo más llevadero el hábito mediante sistemas de gamificación.
Embrace, desarrollado por científicos del Massachusetts Institute of Technology (MIT), resulta especialmente interesante en su nivel de precisión de parámetros como la actividad electrodérmica, su incorporación de un acelerómetro que captura la actividad basada en el movimiento del paciente y una pila que también registra la temperatura periférica de la piel. Tal es su nivel de detalle que, actualmente, sus desarrolladores están investigando las posibilidades que ofrece el dispositivo a la hora de aplicarse en pacientes con trastornos cardiovasculares o de ansiedad.
Tres aplicaciones que vienen a demostrar, una vez más, cómo la mejora de la calidad de vida de los pacientes no se ciñe exclusivamente a las grandes innovaciones técnicas a la hora de tratar la enfermedad. A veces basta con que un grupo de amigos, fuera o dentro de la universidad, ajenos o no al mundo sanitario, se decidan a aportar su grano de arena.